Ella entra en la habitación y todo se ilumina, una sonrisa radiante pase lo que pase, los ojos brillantes y su risa contagiosa. El pelo liso, color azabache, como una cascada risueña que le llega a la barbilla. ¿Sus ojos? Sus ojos me recuerdan a la coca-cola, marrones, brillantes, chispeantes. Su boca, la combinacion perfecta de lo dulce y lo salado, labios de fresa, sus dientes blancos como la sal. Cuando abre la boca un torbellino de palabras cuidadosamente escogidas te inunda. Podría pasarme describiéndola todo el día. Es ella, es única.
Ella es la única persona capaz de hacerme sentir como una niña de cinco años con una piruleta. Feliz, contenta, y satisfecha. Lucía D. Rivero
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