domingo, 1 de mayo de 2011

Para los que han visto los ojos del adiós.



Entonces la sangre en sus ojos me recordó que no era de este mundo. Y con todo, aún sabiendo que no eramos iguales y con el corazón en un puño, las ganas de besarla no se disiparon.
Su aliento contra el mio, chocando, en una explosión de sabores.
Respiración entrecortada, pulso acelerado hicieron que me diera cuenta de lo que estaba pasando. Luchaba por permanecer despierto pero mis párpados no me obedecian y con pocas ganas ya de luchar, caí rendido ante ella. Su risa, bella, como pequeñas campanas mecidas por el viento, como la risa risueña de una niña pequeña, en aquel momento daba escalofríos.Eso fue lo ultimo que pude oir. Y muchos pensareís que estoy loco, que besar a mi potencial asesina, es meterse en la boca del lobo, pero la única razón que me impide volver a hacerlo, no es saber el peligro que conlleva, es que ya estoy muerto. 
Lucía D. Rivero

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